Una vez, un guionista dejó la televisión australiana para escribir literatura infantil y después dejó los cuentos por el público adulto. Simplificando mucho, esa es la historia de Morris Gleitzman (Sleaford, 1953), cuyo último libro, Una vez (Kailas) –ovacionado en Reino Unido– va por su tercera edición en España.
Esta es su primera incursión en la literatura para adultos. ¿Cómo se enfrentó a dicha transición?
Para mí, ha sido un viaje gradual, no planeado. Varios de mis libros anteriores tuvieron un gran éxito adulto, a parte del público habitual infantil. Y estoy encantado porque siempre creí que una historia podía abordar cosas grandes a través de cuerpos pequeños.
El miedo es un elemento muy importante en su novela...
Sin duda. Pero para mí esta historia tiene más que ver con el amor: el que siente Félix por sus padres –que le impulsa a salir al mundo exterior– o su relación con Zelda, que le ayuda a seguir adelante con optimismo. En un tiempo terrible donde los niños están aún más carentes de poder de lo que están habitualmente, la imaginación de Félix es una poderosa fuerza que le impulsa.
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