martes, 20 de mayo de 2008

«A los chinos sólo hay que temerlos si pasan hambre» (ABC)


POR FERNANDO PASTRANO. FOTO: JULIÁN DE DOMINGO. MADRID

Desde hace unos años el nombre de Mo Yan aparece indefectiblemente en todas las quinielas sobre posibles premios Nobel de Literatura. En España le conocemos porque dos de sus libros sirvieron para hacer el guión de la película «Sorgo Rojo», de Zhang Yimou, que obtuvo el Oso de Oro en Berlín en 1988, y por su monumental novela «Grandes pechos, amplias caderas» (Kailas, 2007), una revisión minuciosa de la reciente historia de China, contada con una buena dosis de imparcialidad, ironía, sensualidad y humor negro.
Ayer presentó en Casa Asia otra de sus obras más importantes, «Las baladas del ajo» (Kailas, 2008), una historia más concreta, delimitada sobre un pueblo de la China profunda dedicado al cultivo de esos bulbos, a sus penurias y dificultades. Una obra más dura y descarnada que «Grandes pechos...», más cercana a «Sorgo Rojo», como el propio Mo reconoce. «Es que entonces China era una tragedia. Hoy ha cambiado mucho».
Ha cambiado tanto que Occidente asiste atónito al «despertar de China» y siente tanta admiración por su desarrollo como temor a una posible hegemonía del gigante asiático. Sin embargo, Mo Yan no lo ve así. Para él, «a los chinos sólo hay que temerlos si pasan hambre». Y a una China desarrollada no sólo no hay que temerla, sino que «hay que animarla, hay que negociar con ella para beneficiarse de su desarrollo».

Si quieres seguir leyendo esta noticia, pincha aquí.

No hay comentarios: